
Calasparreño, nacido en Barcelona (1966) ciudad de la que me siento profundamente enamorado por haberme formado como persona. Pero es en Calasparra, la tierra de mi familia, mi tierra, donde me establezco a partir de 1986 para echar profundas raíces. Aquí, en este encantador pueblo del interior de Murcia, tengo mi trabajo, una asesoría que diariamente me sumerge en el gélido mundo de los números. A pesar de la frialdad de éstos y de los interminables trámites burocráticos que tengo que despachar, soy un apasionado de los libros, en los que desde niño me zambullí para descubrir mundos mágicos que me evadían de la no siempre agradable realidad. Durante mi infancia devoraba cualquier relato que cayera entre mis manos. En la juventud empecé a decantarme por la novela histórica, en la que hallé la verdadera realidad de los hechos que constituyen el pasado de una sociedad. Y la madurez ha sido el momento decisivo para dar un salto cualitativo en mi pasión por la literatura haciendo realidad un sueño que me ha perseguido durante toda mi vida: escribir. Plasmar en un papel las historias que se agitan en mi mente se convierte diariamente en un reto, e intentar transmitir al lector mis propias inquietudes y sensaciones es todo un placer. Pero las musas no están siempre dispuestas a inspirarme, entonces acudo a mi gran fuente de información: los mayores; hombres y mujeres que acumulan increíbles experiencias de su larga vida. He de reconocer que disfruto escuchando sus relatos y creo que jamás sabremos valorar en su justa medida el pozo de sabiduría que tenemos en nuestros abuelos y que por imperativo de la naturaleza gota a gota se va desecando. Sacar agua de ese pozo me invita a escribir y calma la desazón de un día a día cargado de los sinsabores de la rutina que en el año 2010 ha sido relegada a un segundo plano gracias a que mi novela, “La caja de membrillo”, fue seleccionada entre las diez finalistas de la LIX edición de los Premios Planeta.