“La caja de membrillo”, según José Fernández Barquero

(…) Cualquier relato literario constituye una auténtica obra de creación. El escritor, en cierto modo se asemeja a Dios Creador, pues en ese mundo de ficción basado más o menos en la realidad de sus vivencias crea unos personajes a los que les da un destino, a los que ubica en un mundo rodeado de circunstancias, y a los que les infunde unas determinadas ideas religiosas, políticas y sociales. El escritor se siente omnipotente, omnisciente y omnipresente con relación a sus personajes y a ese microuniverso que él va creando salido de su imaginación y de su fantasía.

En “La caja de membrillo” el autor, Fulgencio Caballero, ha tratado de plasmar con una sencilla y elegante prosa, que desde el primer capítulo apasiona y atrae al lector, un doble microuniverso literario. Bajo su óptica de escritor apasionado con su obra, subyace el mundo de la contienda civil creado y vivido por su abuelo Fernando y que, en cierto modo, condiciona al nieto por su descarnado realismo y su sincero patriotismo.

Otro universo literario está inmerso en su novela, es del del autor, que, jugando con el tiempo, parte de 2006 y se retrotrae hasta 1941 describiéndonos dos ambientes distintos. En el primero se sitúa en Calasparra, tanto en el entorno urbano como en su casa de campo situada cerca de Valentín, y en un tiempo (2006) y un ambiente tan cercano a nosotros como si fuera Canara o El Escobar.

El segundo lo circunscribe en Barcelona en 1941, recién acabada la guerra civil, y los posteriores años de la posguerra, y allí trata de reflejar las vivencias de sus personajes, la carga de sufrimiento que todos ellos llevan arrastrando durante muchos años y la adaptación a las circunstancias derivadas de la nueva situación creada a raíz del final de la contienda en la que unos personajes resultan victoriosos y otros perdedores. Por supuesto que ambos mundos literarios, el del abuelo y el del nieto, se encuentran interrelacionados y, a veces, es difícil descubrir qué circunstancias corresponden a uno o a otro.

Con delicada maestría Fulgencio Caballero trata de conjugar las diferencias ideológicas de la época, aunando esfuerzos por mostrar esa tolerancia que tanto propugna en su novela. Tanto en uno como en otro momento histórico trata de mostrarnos un realismo tan intenso que el lector llega a dudar si se trata de una obra histórica o en realidad es una obra auténticamente literaria. Para ello utiliza diversos recursos como pueden ser las descripciones casi cinematográficas de ambientes conocidos y comunes en la huerta de la Región de Murcia, las descripciones también muy detalladas de su Barcelona natal o también la utilización de determinados documentos (escrituras notariales, cartas, noticias de la prensa, documentos de archivos, etc…) que, sin duda alguna, consiguen el fin de hacernos dudar de qué episodio o personaje es auténticamente real o cuál es fruto de su imaginación.

De verdad me atrevo a afirmar que “La caja de membrillo” constituye una auténtica epopeya literaria que narra el sufrimiento atroz que tuvieron que pasar los perdedores de la guerra tanto durante la contienda como, sobre todo, en los duros años de la posguerra por los ideales de libertad que ahora estamos viviendo y que quizás algunos no saben aprovechar.

Muy grande tenía que ser la calidad literaria de las novelas premiadas con el primero y segundo premio del Planeta para superar a la de nuestro amigo Pencho; porque, después de leer “La caja de membrillo” nos queda una sensación de absoluto entusiasmo y de deseo de que nuestro autor se esfuerce nuevamente en la escritura y publicación de nuevas obras literarias que lo configuren como lo que es, un gran novelista y un amante de la historia.

(…)

Extracto de las palabras de presentación de la novela “La caja de membrillo” en la Casa de la Cultura de Cehegín, el día 08-04-2011. José Fernández Barquero, catedrático de Lengua Castellana y Literatura.

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