La caja de Membrillo. Rosa Campos Gómez

Rosa Campos Gómez

Desde que escuché este título y su manera de aparecer en escena me apeteció leerlo: había estado entre los diez últimos del Premio Planeta 2010 y poseía, para mí, un atractivo especial, era de un escritor calasparreño.
En 250 páginas suceden los hechos narrados a dos voces, una es la de Jaume, compañero de María, que cuenta las cosas que van sucediendo en el presente, esta voz es parte implicada en el argumento de la novela; la otra voz narra en tercera persona, y nos traslada a tiempos pretéritos en sucesivos flash-back para mostrarnos acontecimientos que descubren el hilo conductor que aclara las causas y las consecuencias de esta emotiva historia acaecida en la España del pasado siglo, que estuvo marcada por una República, una Guerra Civil y un Régimen dictatorial que marcaron la vida de toda una nación. El texto describe las historias de unos seres que decidieron vivir su vida cuidando y respetando a otros. El buen ritmo y la prosa clara y directa se perciben ya desde el arranque de esta trama en la que se mezclan ficción y hechos reales en los que la intrahistoria se pone de manifiesto.
Una nieta hereda de su abuela algo más que una casa, hereda el conocimiento de un compromiso ético con la vida. Los artífices de este recorrido vital son unas mujeres y unos hombres con los valores de la justicia , la amistad y la lucha por las libertades, personas que corren los riesgos necesarios , sin escatimar ningún esfuerzo.
Qué bien sienta leer el nombre y los distintos parajes de Calasparra, los sitios encajan en el tema, parece que los sucesos contados solo se hubieran podido desarrollar en ellos (reconozco mi gran dosis de subjetividad en este asunto). La combinación con los hechos vividos en Barcelona aportan un grato juego literario, la red de evasiones que se describe nos informa de la gran calidad humana de los perdedores en una guerra que aún duele.
Aspectos de la vida de poetas y escritores y la poesía de Miguel Hernández juegan un papel balsámico. También a Dante y al evangelista Mateo, se ha acercado el autor, ofreciéndonos unas premisas para la aventura a través de las palabras.

La noche que Fulgencio (Pencho) Caballero presentó su libro en el Aula de Caja Murcia en Cieza nos dejó a todos los asistentes cautivados con sus explicaciones acerca de la relación con su abuelo Fernando (al que dedica el libro), principal fuente de la que bebió para esta novela. Su manera de comunicar los sentimientos provocados y transferidos, el tiempo dedicado y la causa que impulsó esta escritura de La caja de membrillo fueron tan atrayentes que dicen mucho no solo sobre este trabajo sino sobre el potencial que alberga para otros futuros.

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Rafael Salmerón Pinar. Opinión sobre “La caja de membrillo”

Rafael Salmerón Pinar. Profesor de Latín y Cultura Clásica.

(…) Al saber popular se le atribuye el dicho de que la literatura ha sido desde siempre el remedio adecuado e infalible contra el insomnio, o lo que es lo mismo, la mejor manera, y tal vez la más entretenida, de alcanzar el sueño. Fue el insomnio –como él mismo reconoce- el que impulsó a este calasparreño nacido en Barcelona, y asesor fiscal de profesión, a “plasmar en papel las historias que se agitaban en su mente”; y fue el insomnio el que curiosamente lo llevó también a alcanzar otro sueño, en este caso, tan real como inesperado, al conocer que su opera prima, La caja de membrillo, había resultado seleccionada entre las diez finalistas de la edición de 2010 del Premio Planeta, tal vez el certamen de novela en lengua castellana más celebrado de toda la geografía hispana.

Cuando hace apenas dos meses Fulgencio puso en mis manos un ejemplar de su obra, bastó tan sólo una mirada al título para que la memoria me transportara a mis años de infancia y mocedad, a la casa de mis abuelos maternos en la antigua calle García Morato; allí, en la estancia central de la casa, en el armario de una de las alacenas que flanqueaban una vieja chimenea en desuso, mi abuela guardaba una de aquellas cajas en las que la firma Miguel Chacón Rivas, de Puente Genil, comercializó durante la pasada década de los sesenta su dulce de membrillo; era una caja metálica de redondeadas aristas y bordes oxidados por el uso y por el tiempo, hermosamente decorada, y cuya tapadera ilustraban las figuras de D. Quijote y Sancho Panza ante los molinos que jalonan los paisajes manchegos.
En aquella caja guardaba mi abuela, como oro en paño, las que quizás fueran únicas pruebas palpables de un pasado difícil y compartido sólo con el silencio: recibos diversos, documentos caducados, estampas de santos, unas cuantas cartas de llamativa caligrafía, sellos usados, varios recordatorios impresos con ocasión del fallecimiento de seres queridos, algunos retratos –pocos- en blanco y negro, e incluso un San Blas desportillado que todavía conservo, se superponían y entremezclaban como piezas de un puzle que sólo ella supiera recomponer.

La caja de membrillo se revelaba por tanto como un título preñado de nostalgia, evocador de otra época, pero sobre todo como ese estuche en el que los recuerdos son jirones escondidos de nuestra historia. Y así al abrirla, al profanar el tiempo encerrado en ella, descubrimos una trama admirablemente hilvanada y dosificada en pequeñas entregas que poco a poco van acelerando el ritmo con que la acción se encamina hacia un desenlace que se adivina y, es más, que se desea, sorprendente.

Con inusitada armonía, Fulgencio Caballero ha entrecosido, para fundirlos finalmente, dos relatos distantes en el tiempo. El primero se desarrolla en el pasado más reciente, donde el autor sitúa a María, una barcelonesa de nacimiento pero de ascendencia murciana, que vive y trabaja en la ciudad condal y a quien su abuela ha legado una casa de campo en la vecina localidad de Calasparra; precisamente unas cartas halladas de manera casual en esa casa despertarán en María la curiosidad por conocer las vivencias de sus abuelos, y la encaminarán en la búsqueda de indicios y testimonios que le permitan reconstruir la historia de éstos.

En el segundo se nos refieren las vicisitudes y sucesos que marcaron la vida de Simón y Águeda, los abuelos de María, y de otros como ellos, a los que el drama de la Guerra Civil y una postguerra intolerante zarandearon a su capricho, arrastrándolos primero de trinchera en trinchera, y abocando después a los más afortunados al exilio o a la clandestinidad, y a muchos otros a adaptarse, con resignación, al nuevo orden establecido.

El escollo derivado de hacer que el argumento de la novela se sustente en un episodio, que, como la contienda española, invita a recrearse en fórmulas agotadas por un uso más que reiterado, y que por ello corre el riesgo de convertirse en un objeto literario manido, queda totalmente salvado por la novedad que aporta el trasunto de la misma, al acercarnos a uno de los capítulos menos divulgados de la postguerra española más inmediata, las conocidas como “cadenas de evasión”: las operaciones clandestinas de uno de los tantos grupos activistas que, desde la posición encubierta que a sus miembros les proporcionaba una vida en total comunión con los nuevos usos y normas, ayudaron a muchos compatriotas a escapar de la represión.

Por otra parte, la presencia en sus páginas de personajes históricos junto a otros a los que el autor ha sabido dotar de una historicidad más que verosímil, y el hecho de recurrir a parajes y rincones que siguen ahí, que nos suenan, que incluso podemos visitar, y a documentos a los que el autor ha sabido conferir una pasmosa autenticidad, proporciona a la novela una dosis tan elevada de credibilidad que hace difícil determinar dónde acaba la historia y dónde da comienzo la ficción.

“Luchamos y perdimos”, concluye uno de los personajes de esta historia. De todos los males que afectan al hombre, juzgaron los antiguos romanos que el más grave era, sin duda, la guerra civil. La caja de membrillo es una nueva mirada retrospectiva a ese mal intestino que tan terribles cicatrices dejó entre los españoles, pero es una mirada que rehúye herir sensibilidades, que no busca recrearse en la crueldad de los acontecimientos, que no pretende generar controversia; es, porque así lo ha querido su autor, una mirada hacia atrás sin ira, un relato que busca dar testimonio de su admiración y respeto por los mayores, que reivindica los valores que aquéllos asumieron como sólidos principios: la amistad, la entrega desinteresada, el amor, y el perdón; y en el que los términos buenos y malos han dejado de ser patrimonio absoluto de ningún bando.

Cuando una palabra es capaz de transmitir un sentimiento, se convierte en un poema; cuando una palabra es capaz de transmitir una idea, se convierte en un relato; cuando una obra está llena de sentimientos y de ideas, se convierte en literatura. La caja de membrillo es una novela repleta de palabras que transmiten ideas y sentimientos que la convierten en una obra literaria fascinante en la que les aseguro que la intriga, esa necesidad tan humana de desentrañar la verdad, les impulsará a ustedes, como impulsó a su protagonista, a escudriñar hasta el último recoveco de sus páginas. (…)
Extracto de la exposición del profesor de Latín y Cultura Clásica del I.E.S. Diego Tortosa, D. Rafael Salmerón Pinar. Cieza 19-V-2011

CHARLA-COLOQUIO EN EL CLUB DE LECTURA DE CALASPARRA.


El lunes 23 de mayo, organizado por el Club de Lectura de Calasparra, se realizó un coloquio para compartir impresiones y aclarar dudas, después de la lectura de “La caja de membrillo”. El acto tuvo lugar en la Casa de la Cultura, sede de la Biblioteca Municipal. El autor mostró algunos de los recursos utilizados para la redacción de la novela. Los asistentes tuvieron la oportunidad de expresar sus dudas y preguntar al autor sobre los pormenores de la misma. Al finalizar el acto firmó ejemplares de la novela.

PRESENTACIÓN EN CIEZA


El profesor de Latín y Cultura Clásica del IES Diego Tortosa de Cieza, Rafael Salmerón Pinar, fue quien realizó el pasado jueves 19 de mayo la introducción a la presentación de la novela “La caja de membrillo”, en el Aula de Cultura de Cajamurcia en Cieza.
A pesar del mal tiempo un grupo de amantes de la literatura acudieron al acto para compartir con los ponentes sus impresiones sobre el libro. Gracias a todos por vuestra asistencia y gracias en particular al profesor D. Antonio Marín Oliver por su interés en que este acto se realizara en la ciudad de Cieza.

Coloquio en el Club de Lectura de Calasparra.


El próximo lunes, día 23 de mayo, a las ocho de la tarde, en la Casa de la Cultura de Calasparra se llevará a cabo un coloquio organizado por el Club de Lectura. Al acto podrán acudir todos aquellos lectores interesados en descubrir los intringulis de la novela “La caja de membrillo”, y podrán preguntar al autor de la obra todas aquellas dudas o curiosidades que les hayan surgido tras la lectura de la misma.

Charla en el I.E.S. “Emilio Pérez Piñero” de Calasparra.


El pasado 29 de abril, el Departamento de Lengua Castellana y Literatura del I.E.S. “Emilio Pérez Piñero” de Calasparra organizó una charla sobre la novela “La caja de membrillo” con un grupo de alumnos de 2º de Bachillerato. La presentación de la novela se fundamentó principalmente en la influencia que Miguel Hernández ha tenido en la misma, ya que este curso se ha estudiado al poeta alicantino con motivo de su centenario. Los alumnos estuvieron muy receptivos y prestaron mucha atención a las explicaciones del artífice de la novela, que intentó captar la atención de los jóvenes mediante la narración de diversas anécdotas de una guerra civil para ellos casi desconocida. La jefa del Departamento, María Dolores García Lucas, acompañó al autor en la presentación y fue la encargada de moderar un pequeño coloquio al final de la misma. Sin duda, una gran experiencia para el creador de “La caja de membrillo”, que se sintió encantado de compartir impresiones con un grupo de jóvenes interesados en saber un poco más del pasado reciente de nuestro país. Al finalizar el acto, el Instituto obsequió al autor con un pin de plata con el anagrama del Centro.

Cieza: presentación aplazada al día 19 de mayo


La presentación de “La caja de membrillo” ha sido aplazada al próximo 19 de mayo, jueves, a las 20:15 horas. El acto se realizará en el Aula de Cultura de Cajamurcia (c/Padre Salmerón, s/n). Intervendrá D. Rafael Salmerón Pinar, profesor de Latín y Cultura Clásica del I.E.S. “Diego Tortosa” de Cieza.

Opinión sobre “La caja de membrillo”. Isabel Ascensión Martínez Miralles.

Isabel Ascensión Martínez Miralles. Presidenta de AERMU.

(…) Esta novela no sólo es una incursión en la historia reciente de España, sino en las entrañas y en el corazón de una generación que actuó en consecuencia con sus ideales, de la única forma en la que un ideal puede vivirse: hasta el límite.
Los personajes que transitan por esta historia se nos hacen cercanos, palpables, a veces entrañables, sin que jamás deje de estar presente el hilo conductor de toda la trama, la intriga.
Y por enmedio de todo, el amor a la cultura, como esperanza de salvación.
En cierto lugar de la novela podemos leer:
“No sólo sufren exilio las personas,
también la cultura está exiliada.
Grandes mujeres como Victoria Kent,
como Lucía y como tú
conseguiréis algún día
desterrar de este país
el fanatismo y el odio
que se han apoderado de nuestra tierra”.
La cultura que da luz, la cultura que pone alas y abre puertas a la ceguedad irracional.
La cultura no puede ser nunca una apariencia para cubrir estadísticas que nos hagan aparecer más evolucionados porque toda sociedad y todo sistema contiene puntos débiles y por qué no decirlo, engaños.
Hay que inculcar en las almas la sed de cultura, pues, a veces, instalados en el estado de bienestar y desde expresiones tópicas y manidas que salpican los medios e invaden los hogares y las calles, también desde ahí se puede caer en el fanatismo.
Decía Emily Dickinson que “No hay mejor nave que un libro para viajar lejos”.
La historia a la que nos conduce esta nave, “La caja de membrillo”, usando la terminología de Dickinson, no está tan lejos que no podamos reconocer sus ecos, ni tan cerca que no podamos reconocer llegado el momento de pasar página para crecer como personas y como pueblo. Porque si algo nos otorga la cultura es la capacidad para trascender hechos y circunstancias en pos de la libertad.
Y todos sabemos que detrás de bellas palabras, como puede ser “libertad” también pueden esconderse trampas y manipulaciones.
Esta novela es ante todo una muestra de gratitud y aprecio por tantas y tantas personas que dan lo mejor de sí mismas, a cambio de nada, permaneciendo muchas veces en el olvido o el anonimato.
Decía Mercé Rodoreda, la admirada novelista de nuestro autor que: “Una novela se hace con gran cantidad de intuiciones, con una cierta cantidad de imponderables, con agonías y con resurrecciones del alma, con exaltaciones, con desengaños, con reservas de memoria involuntaria, toda una alquimia. Una novela es también un acto mágico. Refleja lo que el autor lleva dentro sin que casi sepa que va tan cargado de lastre”.
Asegura Edwards (Premio Cervantes 1999) que la novela es el único género literario que está todavía en evolución y que muy probablemente no ha encontrado su forma definitiva.
Cuando Ortega y Gasset vaticinaba la muerte de la novela, al igual que Benedetto Croce en Italia, en realidad estaban afirmando la necesidad de no repetir estructuras, En efecto, la novela, a diferencia de otros géneros ya fijados, siempre debe existir algún elemento sorprendente.
Y puedo asegurarles que la novela de Fulgencio Caballero les va a sorprender.
Felicidades, Fulgencio, por este libro, por esta historia en la que todos podemos sentirnos reflejados y en la que brilla, como estrella perenne, el respeto a la dignidad de todo ser humano.
(Extracto de las palabras de presentación de “La caja de membrillo” en el Centro Cultural “Las Claras” de Murcia. 12-IV-2011. Isabel Ascensión Martínez Miralles, profesora de Lengua y Literatura y Presidenta de la Asociación de Escritores de la Región de Murcia “AERMU”)

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